"La culpa del silencio"

"Dándose 
ánimo a sí mismo"

 

Hugo Chávez Frías, primer mandatario de Venezuela | Jorge Silva

El presidente Chávez volvió a la carga desde Cuba asegurando que, como si fuera un extraterrestre y no un ser humano normal y corriente, su proceso de recuperación se está dando de manera "acelerada" luego de la operación a la que fuera sometido en La Habana. 

No sabemos a quién piensa confundir con esas declaraciones que, al parecer, solamente tienen una sola explicación: darse ánimo a sí mismo.

El mandatario nacional se olvida que muchísimos venezolanos han sufrido o sufren cáncer y conocen perfectamente bien que los procesos de recuperación pasan por una dilatada atención médica, por numerosos exámenes y por una disciplina de vida que el comandante tiende a menospreciar. 

Precisamente por no seguir los consejos de sus médicos está hoy en esa situación crítica que trata de minimizar.

El país entero ha sido mayoritariamente solidario con el Presidente debido a que a nadie le gusta que un ser humano atraviese por el sufrimiento de un cáncer, porque ello no sólo afecta al paciente sino también a su entorno familiar y a sus amigos. 

Pero en este caso, tratándose de un personaje tan importante, lo menos que se puede pedir es una información exacta y comedida, con argumentos convincentes y estimaciones científicas de peso.

Nada de eso ha sucedido.

Lo que los venezolanos sabemos de la enfermedad del Presidente no está respaldado por ninguna autoridad médica, y los pocos balbuceos al respecto de los altos funcionarios en Miraflores carecen de toda credibilidad. 

Como si fuera poco, al ministro de la Defensa, a quien no se le conoce saber científico alguno, opinó que quienes en su sano derecho constitucional exigen al menos una información confiable sobre lo que está pasando en La Habana, sólo buscan desestabilizar al Gobierno.

En verdad, si detrás de esta exigencia de información de la gran mayoría de la sociedad existe un plan desestabilizador el primero que debe desentrañarlo es el propio ministro de la Defensa, que tiene en sus manos no solo los cuerpos de seguridad del Estado, sino también supuestamente los de algunos países que, como Cuba, son panas de alto vuelo, y que debería estar en capacidad de saber quién o quiénes andan en ese jueguito desestabilizador.

Lo que pensamos los venezolanos, y eso sí nos avergüenza, es que tanto el presidente de Cuba como el ya anciano y lunático de Fidel Castro dispongan, al dedillo, de toda la información sobre la salud del jefe del Estado. 

El peligro, cosa que no ve el ministro de la Defensa venezolano, es que esa información es de primordial importancia estratégicamente no sólo para Cuba, Rusia y China, sino también para el resto de América Latina.

Valga decir, que se niega a los ciudadanos de este país lo que ya circula secretamente en las valijas diplomáticas entre los países de la Alba, de los rusos, los chinos, los brasileños y los peronistas argentinos. 

Somos pues los maridos cornudos, los últimos en enterarse de lo que pasa en casa.

El Nacional  Caracas Venezuela

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