INDULTO ¿Puede imponerse una reconciliación?

Mechaín

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Fuente    El Comercio
https://elcomercio.pe/somos/indulto-fujimori-max-hernandez-cosa-perdon-olvido-noticia-486712

Max Hernández: "Una cosa es el perdón y otra el olvido"

Con el Gobierno remendando un ‘gabinete de la reconciliación’ y las fuerzas políticas redefiniéndose tras el indulto a Alberto Fujimori, el psicoanalista Max Hernández descifra desde las emociones una palabra que de tanto usarse estos días ya nadie entiende: el perdón.

Reconciliación




Gobierno, partidos políticos y sociedad civil deben ponerse de acuerdo en temas en común. “Los jóvenes pueden hacerlo, son más tolerantes”, apunta Hernández. (Foto: Víctor Idrogo)
“Tengo una cierta solidaridad de senectud tanto con Pedro Pablo Kuczynski como con Alberto Fujimori. Uno mira la vida de otra manera”. Max Hernández, contemporáneo del presidente y del ex presidente que han apelado al perdón y a la reconciliación en una misma convulsionada semana, intenta responderse si el indulto otorgado “fuera de timming” (a destiempo), como dice él, debería haber sido un primer paso para una reconciliación nacional, o si en cambio, hecho como se hizo, no suma nada y más bien resta a la gobernabilidad. 
Le preguntamos en su casa miraflorina cómo las víctimas de La Cantuta podrían perdonar a Fujimori, cómo Keiko perdona a Kenji, cómo medio país perdona a PPK. 
Hernández, miembro del comité consultivo del Acuerdo Nacional desde el año 2002, va más allá. “Necesitamos procesar todo lo que pasó en el último cuarto de siglo 20 en el Perú”. 
- ¿Qué significan las palabras perdón y reconciliación en un país irreconciliable desde hace siglos? 
Ortega y Gasset decía que el problema con el uso de palabras huecas, encubridoras, vacías de sentido, es que comienzan a circular como la moneda falsa y terminan desplazando a la moneda verdadera. La palabra perdón es un ideal al cual todos debemos aspirar. Jacques Derrida dice: si yo perdono al sujeto arrepentido ya no estoy perdonando a quien cometió el delito, ya es otro. Se ha perdido la oportunidad de discutir si el indulto era más importante que la posibilidad de que el ex presidente Fujimori muriera en prisión. Nadie va a convencer a nadie de que esto no fue negociado, porque se presta tantítismo a lo que los lógicos llaman la falacia Post hoc ergo propter hoc. Si el presidente hubiera dicho tal vez invitemos a la víctimas, había un gesto. La política no solo son actos sino gestos. Un gesto como este hubiera podido si no tranquilizar a la gente, decir caramba estamos reflexionando. Nadie está diciendo con ese indulto que el señor Fujimori no es culpable. Lo que hay es un perdón del cumplimiento de la pena. 
¿Quién se reconcilia con quién? ¿Puede imponerse una reconciliación? 
El gobernante tiene que oscilar entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Da la impresión de que PPK optó por la responsabilidad de seguir en el cargo y evitar un desgobierno absoluto. Pero para eso sacrificó algo de la convicción democrática, de aquellos que lo habían apoyado a llegar al poder. Una parte quiere una reconciliación, no entre PPK y Fujimori, sino entre quien está gobernando y la oposición que es mayoría. Esa es la reconciliación más importante para gobernar adecuadamente estos tres años que quedan por delante. 
El problema es que si el indulto ha aparecido como una suerte de gran jugada de ajedrez político entre dos actores, el pueblo en su conjunto se ha sentido al margen de esa decisión. 
Hugo Neira ha dicho que el Perú es una guerra civil sin balas… 
Pero sin balas no hay guerra, ni siquiera una guerra fría. Lo que hay es una suerte de incapacidad para dialogar. Hay una dificultad en entender que la negociación es parte de la política, pero no como se negocia un asunto de gerencia. La política en el Perú ha derivado hacia la lógica de Carl Schmitt: no eres mi adversario, eres mi enemigo, y a un enemigo se le aniquila. La reconciliación que creo que necesitamos es del Estado con sus diversos integrantes, del estado y la Nación. Cómo se produce la reconciliación entre el universo afectado por las violaciones de los DDHH, que afectó fundamentalmente a nuestro mundo campesino y andino? Esa reconciliación es mucho más importante que una reconciliación entre dos fuerzas políticas. 
- ¿Cómo hacer para que el perdón funcione? 
El perdón es una palabra muy grande y muy noble. Pero ¿cómo reflexionar sobre esto si lo único que tenemos es una riada de tuits y textos de las redes sociales donde cualquier que diga algo es absolutamente lapidado? Son piedras y no palabras las que se emplean. 
Si antes enfrentábamos ciertas crisis con humor, ya no hay ni siquiera eso, prevalece el insulto. 
Freud decía que el humor es una de las grandes creaciones humanas para enfrentar lo irremediable, para erguirse frente a la desdicha, para asumir con una sonrisa la brevedad de la existencia. Tengo una confesión, o más precisamente una confidencia. Yo tal vez tenga una cierta solidaridad de senectud tanto con PPK como con Fujimori. Tengo prácticamente la misma edad que ellos y uno ya mira la vida un poquito de otra manera. Hay que tomar eso en cuenta. Yo valoro las protestas de los jóvenes. No hay gremio intelectual que no haya planteado su rechazo (al indulto). Los historiadores, los literatos, los cinematográficos, los artistas plásticos… Eso implica que el tema es grave. 
- ¿Perdonar es lo mismo que olvidar, que hacer borrón y cuenta nueva, pasar la página? 
El olvido es una cosa, el perdón es otra. El olvido es un mecanismo que tiene virtudes. No hay que olvidar en el sentido de creer que eso no pasó, no en el sentido de pasar la página (que significa que queda escrito). ¿Qué implicó nuestra transición democrática? Hay quienes dicen frases terribles, ‘que se vayan todos’, ‘tenemos los gobernantes que nos merecemos’. En todo ese proceso ha faltado una mayor modulación de las emociones. No puedes hablar de vacancia presidencial como si estuviese haciendo una operación laparoscópica, en un país tan presidencialista como el Perú. Era una operación brutalmente traumática y se ha tratado con una extraordinaria ligereza. 



















































































































































































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Alberto Fujimori tras ser liberado: "Anhelo un Perú sin rencores"

El ex mandatario peruano se pronunció en sus redes sociales tras salir de la clínica Centenario el pasado jueves por la noche.

Alberto Fujimori



Redacción PERU21
REDACCIÓN PERU21
El ex presidente Alberto Fujimori utilizó sus redes sociales por la tarde de este sábado para pronunciarse tras ser indultado por el presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK).
A través de Twitter, el padre de Kenji y Keiko Fujimori señaló que posee un anhelo, que se resume en tener "un Perú sin rencores, con todos trabajando por un objetivo superior". 
El otrora gobernante peruano durante la década del 1990 aseguró que, tras su liberación, "varios sueños" lo "invaden constantemente".
¿A qué se refiere Alberto Fujimori? De acuerdo con su publicación, "seremos un país en el que se recupere la seguridad y se elimine la violencia". 
Sin embargo, el ex jefe de Estado advirtió que esa meta únicamente "se podrán cumplir si los intereses particulares y oportunismos se dejan de lado". "¡UNIDOS PODREMOS LOGRARLO!", expresó al final de su tuit. 
En las primeras horas de esta nueva etapa de mi vida, varios sueños me invaden constantemente y quisiera compartirlos. Anhelo un Perú sin rencores, con todos trabajando por un objetivo superior.



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Crónica de un indulto anunciado...


La posverdad se ha instalado en la historia del fujimorato. Así, se dice que Fujimori fue condenado por delitos de lesa humanidad”.

Alberto Fujimori




Maria Cecilia Villegas
MARIA CECILIA VILLEGAS
El indulto está en la agenda política del país desde el gobierno de García. Con mayor o menor fuerza. Desde entonces se hablaba de las razones médicas que motivaban un indulto humanitario a favor de un ex presidente del Perú. Un proceso formal se inició durante el gobierno de Humala, siendo denegado.
En un artículo reciente, Ricardo Uceda (LR 2/1/18) cuenta cómo desde setiembre de 2017 se sabía que PPK daría el indulto, y por ello buscaba ministros que lo favorecerían. Uno de ellos, el ex procurador Ugaz. Mientras tanto, García-Sayán, impulsor de la política de Estado de allanamiento ante la CIDH, sostuvo que “un indulto como parte de un proceso de reconciliación serio, como el de Colombia, hubiera sido deseable y si me lo hubieran pedido, habría estado dispuesto a colaborar”. Lo que no dice Diego es que hay una gran diferencia entre el caso peruano y el colombiano: el Estado peruano le ganó la guerra al terrorismo, mientras que Colombia se vio forzada a negociar y llegar a un acuerdo de paz. Lo que tampoco dice es que desde los 90 él defendía la tesis de una amnistía general que incluyera a los terroristas y a las FF.AA. del Perú.
La polarización que produce todo lo relacionado a Fujimori lleva incluso a desacreditar de manera personal a aquellos que no siendo políticos ni militantes de partido alguno están de acuerdo con el indulto. La posverdad se ha instalado en la historia del fujimorato. Así, se dice que Fujimori fue condenado por delitos de lesa humanidad y ayer fue el propio juez San Martín quien aclaró que eso no es verdad. Fujimori no fue acusado por lesa humanidad, y por lo tanto no pudo haber una defensa en ese sentido, ni una condena. ¿Por qué la necesidad de tergiversar los hechos?
Para un sector del país, Fujimori fue juzgado bajo la figura de la autoría mediata, al no haberse podido probar su responsabilidad directa en Barrios Altos y La Cantuta. Para ellos, el indulto es acto de justicia que abre además la posibilidad de acortar las distancias y lograr un ambiente de mayor unidad. Mientras que, del otro lado, se considera que Fujimori es un asesino que cometió crímenes espantosos y que por ello debe cumplir su condena.
Posiciones enfrentadas y un país atrapado en medio, ya cansado del enfrentamiento.Poco –o nada– ha hecho el fujimorismo para aclarar la posverdad y defender sus políticas de Estado; con la equivocada idea de que la Keiko de Harvard conquistaría parte del anti y llegaría a Palacio.

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¿Cómo hacemos todo esto?



“Un presidente que se hace el viejito olvidadizo y a los días se revela como el diablo bien viejo (...) Un indultado más sano que cientos de otros presos que no ha pagado sus deudas con el Estado...”.

PPK



Sandro Venturo
SANDRO VENTURO
Un indulto humanitario que es entendido por la opinión pública –y no solo por los antis– como un indulto político. Un presidente que le dijo a unos, de ninguna manera va, y a los otros, va sin problema. Un par de ministros que tramitaron a escondidas el indulto sin reportar sus actividades a su jefa, quien a su vez asegura que no pasa nada. Una premier que descubrió que la habían paseado y luego hace como si nada. Un gabinete que le aconsejó al presidente renunciar para evitar la vacancia, haciendo explícito que lo veían como un cadáver político. Una periodista que aseguró que no habría indulto porque el mandatario se lo había prometido y que cae por segunda o tercera vez en el error de garantizar a un político en vez de investigarlos.
Unos partidos que evidenciaron otra vez su improvisación u oportunismo votando disparejo cuando habían asegurado que actuarían en bloque. Unos congresistas muy experimentados que se mandaron a la mierda después de la votación. Un congresista vecino que los filmó y subió el exabrupto a las redes sin roche. Otros tantos congresistas que dieron vergüenza mientras vociferaban en el hemiciclo y pronunciaban muy mal los nombres de las empresas relacionadas a PPK. Una clase política anémica, subdesarrollada.
Una oposición mayoritaria dedicada a demoler al débil gobierno de turno y que reduce su agenda al indulto de su patriarca sentenciado por corrupción y derechos humanos. Una oposición minoritaria que se hace autogoles injustificables votando a favor, en contra o absteniéndose. Un abogado defensor que también sería burlado por el presidente y que no logró clarificar con contundencia por qué no procedía la vacancia. Un auditorio de redes sociales que celebraba la retórica política ochentera del abogado que sería burlado como si fuera una virtud perdida olvidando que aquel congreso también fue un gran desastre. Un presidente que se hace el viejito olvidadizo y a los días se revela como el diablo bien viejo que siempre ha sido. Un indultado más sano que cientos de otros presos que no ha pagado sus deudas con el Estado y se va a una casa de cinco mil dólares mensuales, al tiempo que es voceado como asesor de la bancada de los ‘Avengers’ naranjas.
Una calle donde reina la indiferencia y el ensimismamiento. Una ciudadanía que mira a los políticos con la distancia que se merece la guerra entre traficantes de terrenos o mafias de narcotraficantes. Un país que se va acomodando a las sucesivas desgracias que suceden en la torre de mando mientras el barco pierde velocidad y el agua comienza a filtrarse por donde menos lo esperamos.
¿Cómo evitamos vernos como un país de mierda?



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FUENTE: PERÚ 21    https://peru21.pe/opinion/republica-calata-390888

La república está calata

“El presidente ha decidido que ha llegado la hora de la reconciliación, entonces así lo ha anunciado. Ha ordenado abandonar el odio, pasar la página...”.




Mijael Garrido Lecca




Mijael Garrido Lecca
MIJAEL GARRIDO LECCA
En tres años, el Perú cumplirá dos siglos desde su nacimiento como una república independiente. Y vamos a llegar calatos a ese aniversario, en el sentido más literal. Esta crisis circense de la que hemos sido testigos los peruanos desde hace algunas semanas ha hecho evidente la fragilidad que sostiene a nuestro sistema y lo cerca que andamos del abismo. Quizá los peruanos hemos normalizado tanto el riesgo que siempre está allí de desbarrancarnos que ya no nos preocupa tanto. Sabemos que cada cierto rato toca un paseo al vacío.
El presidente ha decidido que ha llegado la hora de la reconciliación, entonces así lo ha anunciado. Ha ordenado abandonar el odio, pasar la página y hacer ahora el amor y no la guerra. Pero… es un poco más difícil que eso, ¿no? Hay quienes creen que Alberto Fujimori los salvó y que es el mejor presidente de la historia del país (aunque dudo que muchos de quienes así lo afirman sepan quiénes han sido esos presidentes). Otros piensan que Fujimori representa todo lo malo de la política peruana y que su libertad implica un quiebre hacia el terror.
La pregunta no está en cuál de los bandos tiene la razón porque, sinceramente, lo más probable es que esta esté parte en ambas orillas y parte en ninguna. La historia es un proceso mucho más complicado que las reducciones maniqueas. Las simples dicotomías son una muestra evidente de mediocridad intelectual y de renuncia a la búsqueda de comprender la realidad desde la perspectiva ajena. Es la imbecilización estructural de la sociedad. El problema está en que este espiral descendiente parece habernos cogido con fuerza.
Mientras el presidente espera que un milagro reconcilie a las dos mitades del país, como Alberto Fujimori seguro hará –en su nueva casita– con sus hijos, algunos gritan que Abimael Guzmán debe ser entonces indultado ahora, que tiene la misma culpa frente a la sociedad que Fujimori. Desde el otro lado les responden que por qué tanto odio contra un hombre que solo se entregó a la patria. Estamos, pues, muy mal. Porque la verdad es que estos dos bandos que dicen odiarse se necesitan mucho más de lo que están dispuestos a asumir.
¿Qué es ser fujimorista en el Perú hoy? Ser antiizquierdista. ¿Qué es ser izquierdista? Ser antifujimorista. Ahí está la madre del cordero: como no hay ideas, la construcción de la identidad se hace por negación. Eso es estar calatos.

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INDULTO ¿Puede imponerse una reconciliación?

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