"CONGA" Simplemente es un problema de decisión política

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Publicado: Domingo 15 de abril del 2012
Ricardo Vásquez Kunze Columnista Diario La Primera.


“Desestimar el proyecto Conga significaría para el Presidente quedar reducido bajo presión a un vulgar co- gobernante, ya no de LA PRIMERA Dama, sino de veinticuatro presidentes regionales.”


A poco menos de nueve meses de haber jurado como Presidente del Perú, Ollanta Humala se juega su supervivencia política.

Pero no sólo él.

En ese mismo juego está Gregorio Santos, el Presidente Regional de Cajamarca.

Y de la supervivencia de uno de estos dos presidentes, se juega también algo mucho más importante que el proyecto Conga, las inversiones mineras y el modelo de crecimiento económico: la suerte del Perú como Estado – Nación.

Para el Presidente de la República, Conga tiene que ir para que su autoridad política, investida por la mayoría que lo eligió presidente, no quede como una caricatura con todos los efectos que un poder disminuido trae consigo para el que gobierna.

Así, Conga no es ya una cuestión de racionalidad económica.

Simplemente es un problema de decisión política.

En ese sentido, valgan verdades, poco tiene que hacer el peritaje que presenten los especialistas contratados por el gobierno para verificar la viabilidad del proyecto cuestionado por Santos y sus aliados políticos.

A nadie con dos centímetros de frente se le puede ocurrir que, más allá de sugerir algunos arreglos, los peritos fallarán contra Conga.

Así, para el gobierno, las cartas están echadas.

Fuera del peritaje no hay nada más que negociar pues lo contrario sería desestimar el proyecto Conga, lo que el Presidente no se puede permitir políticamente al costo de quedar reducido bajo presión a un vulgar co- gobernante, ya no de LA PRIMERA Dama, sino de veinticuatro presidentes regionales.

Gregorio Santos está en las mismas.

Para él tampoco puede haber negociación posible y el problema de Conga excede el tema medioambiental en el que ha sustentado su oposición.

Desde que su plataforma política es la negación del proyecto y luego de dos paros regionales contra Conga, Santos ya no puede dar marcha atrás.

Quemó sus naves.

Si Conga va no puede ir con su concurso sino a la fuerza, contra él.

De más está decir que esa sería la mejor jugada de Santos.

Ser derrotado por la fuerza.

Porque en política ser derrotado por la fuerza equivale a un triunfo cuyo crédito puede ser un premio muy jugoso de cobrar.

Políticamente entonces, Santos la tiene más fácil que el gobierno.

Si éste cede pacíficamente, Santos gana.

Si, por el contrario, el gobierno impone a Conga por el poder de las leyes y la fuerza pública, como seguro sucederá, Santos gana más.

Así, pues, la única forma de que Santos sea derrotado es haciendo que pierda el apoyo interno en Cajamarca y el externo en el país.

Es de suponer que alguien lúcido en el gobierno ha empleado el tiempo transcurrido entre el primer paro regional y el segundo para construir las alianzas necesarias que podrían hacer implosionar la plataforma política de Santos.

No haberlo hecho debería costarle la gerencial cabeza al Presidente del Consejo de Ministros, responsable político de lo que pase en Cajamarca.

Ahora bien, por paradójico que parezca, el “gobierno nacionalista” de Ollanta Humala tiene un as olvidado en su mazo: ¡el nacionalismo!

Tiene que rescatarlo.

La afirmación de la unidad del Estado nacional por sobre cualquier otro poder es el instrumento ideológico para converger al país contra Santos y defenderse de la arremetida política que vendrá cuando la violencia callejera sea reprimida por la fuerza pública.

El discurso nacionalista es entonces clave para que el presidente Humala gane la batalla política que se desarrolla en Cajamarca (de la que depende también el modelo de economía liberal que ha enriquecido al país).

Me atrevo a decir que es su única opción.

Pero apelar a la supervivencia del Estado – Nación no es sólo un discurso interesado.

Es vital para que en los hechos el Perú no quede convertido en un país feudal con señoríos que compiten en poder con el del gobierno nacional.

Porque eso es lo que está ocurriendo en el Perú.

La ausencia del Estado nacional reducido a la impotencia de su mínima expresión crea un vacío de poder que es, como siempre sucede, llenado por alguien.

Y una vez llenado es muy difícil y muy costoso en vidas y caudales desalojar la usurpación.

Por eso, ahora más que nunca lo pragmático –que tanto gusta hoy al Presidente -- es el nacionalismo olvidado en el desván de los recuerdos del PNP.

Esa debería ser la lucha política del gobierno del Presidente Humala para los próximos cuatro años que le quedan de mandato.

Reivindicar al Estado – Nación y su soberanía como eje de la prosperidad, la paz y el poder del Perú.

Lo otro es simplemente sacar nuestro pasaporte en la embajada de Cajamarca en Lima para disfrutar de las aguas termales y el bucólico paisaje de su maravillosa campiña.

"Cuba no, coca sí"



Es evidente que Estados Unidos no la variará de momento, pero terminará cediendo en el futuro y legalizando -o regulando- tanto la producción como el consumo porque es una lucha perdida.Cuba no debe codearse con países demócratas en ninguna Cumbre de las Américas, por inútiles que sean esos foros.

No porque Estados Unidos lo vete, ya que el imperio no tiene autoridad moral alguna para rechazar a Cuba mientras abraza, por ejemplo, a Arabia Saudita, sino por respeto a Latinoamérica.

En esta parte del mundo, las dictaduras han sido una tragedia para sus pueblos y la única que queda -aunque Venezuela está convirtiéndose en otra- no puede ser premiada con un trato igualitario.

Tiene gracia que los movimientos sociales y algunos mandatarios que presionaron para que el sátrapa Castro viajara a Cartagena organizarían todo tipo de revueltas si el invitado fuese un dictador de derechas.

Esa es la eterna doble moral que vemos en el mundo: justifican las violaciones de los derechos humanos de los dirigentes del mismo espectro ideológico o de líderes que les reportan algún beneficio.

Para la izquierda latinoamericana, Fidel Castro es un ícono y si bien le parece terrible que un presidente democrático quiera reelegirse dos veces -caso Álvaro Uribe-, no ven inconveniente en que los hermanos cubanos ejerzan un poder despótico con carácter vitalicio.

Además, miran para otro lado, como hizo Lula da Silva, si un disidente muere tras una huelga de hambre justo el día en que visitan la isla. Para ellos, las Madres de Plaza de Mayo argentinas son respetables, pero las Damas de Blanco cubanas son unas molestas señoras empeñadas en alzar su crítica voz en contra de Castro.

Tampoco denunciaron que la bloguera Yoani Sánchez no pudiera abandonar La Habana para asistir a conferencias en Brasil, a donde estaba invitada, porque a su gobierno no le dio la comunista gana.

Y eso que Dilma Rousseff es una supuesta progresista, defensora, dicen, de los derechos de las personas, pero no movió un dedo por su congénere cubana.

Lo que sí tendría que acabarse es la guerra contra las drogas tal y como está concebida.

Es evidente que Estados Unidos no la variará de momento, pero terminará cediendo en el futuro y legalizando -o regulando- tanto la producción como el consumo porque es una lucha perdida.

Después de ríos de sangre e incontables muertos, la pírrica victoria colombiana fue pasarle parte del problema a Bolivia, México y Perú.

Llevo trece años cubriendo, como reportera, narcotráfico y conflicto armado y lo único que veo es que los cultivos sobreviven, los capos se reproducen, los carteles se reciclan, autoridades y sectores sociales se corrompen y el número de consumidores locales aumenta de manera alarmante.

No hay campañas de prevención efectivas, solo campañas bélicas para pelear contra un enemigo invencible.

Se lo escuché el viernes al nuevo presidente guatemalteco, que fue director de inteligencia en su país, capturó a capos grandes y sabe mucho más de esos combates contra el narcotráfico que cualquier jefe de Estado norteamericano: "Después de 51 años de lucha y criminalización de la droga, esta no ha sido la ruta adecuada; es el momento de buscar otras nuevas".

Somos muchos los que sabemos que tiene razón, que la legalización de producción y consumo de esa basura puede ser la vía, junto con medidas adicionales, pero no habrá cambios por ahora.

Europa y Estados Unidos son los mayores demandantes de coca, marihuana y heroína, además de receptores de buena parte de los dineros sucios, pero los europeos solo aportan migajas para paliar el desastre que provocan, y los gringos cada vez contribuyen con menos fondos a una guerra infructuosa.

Total, que insistirán en la estrategia fracasada. Igual que nada será diferente en las Malvinas, vergonzoso vestigio colonial británico que tendría que regresar a la Argentina, su nación legítima.

SALUD HERNÁNDEZ-MORA
Columnista de EL TIEMPO de Bogotá - Colombia

INDULTO ¿Puede imponerse una reconciliación?

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