"NO al INDULTO" ¡¡rompe la supremacía de la ley!!



El Comercio Opinión

Miércoles 08 de febrero de 2012 - 07:00 am
http://elcomercio.pe/opinion/1371546/noticia-editorial-perdon-coliseo

(Editorial) Perdón de "coliseo"

En el debate sobre el indulto a Alberto Fujimori está pasando aquello sobre lo que alerta el refrán: lo urgente ha usurpado el lugar de lo 'importante'.

Todo el mundo habla de razones a favor o en contra de esta gracia, pero nadie se plantea si la posibilidad de indultar deba existir en primer lugar.

El indulto es un rezago del antiguo régimen que ha subsistido en nuestras democracias de la misma manera de unas branquias que hubiesen sobrevivido en animales ya completamente terrestres: como una contradicción.

La idea del indulto es que el jefe del Estado puede usar su discreción para disponer por encima de lo que manda la ley penal y de lo que decidió un juez.

En otras palabras, rompe el principio de la separación de poderes y de la supremacía de la ley por sobre cualquier voluntad.

Es una gracia real, en fin, que, ahí donde ya no hay reyes, no tiene por qué existir.

En el indulto el jefe de Estado se reviste de ropajes mesiánicos para ver, con alguna supuesta visión privilegiada, lo que la ley no vio: los motivos para tratar diferente a unos frente a otros que hicieron lo mismo.

De esta forma la gracia rompe también con el derecho fundamental de igualdad ante la ley.

Las dos creencias detrás de esta institución resisten poco análisis.

La primera, la de la autoridad buena que usará su sabiduría para equilibrar con humanidad las asperezas de una ley que no siente, se volvió más bien ridícula desde que dejamos de creer que nuestras autoridades venían escogidas por Dios.

Lo que existen son políticos, las más de las veces inmersos en juegos maquiavélicos y dispuestos a más de lo que debieran por mantener su poder.

Basta con recordar el reciente y oscuro caso del indulto al señor Crousillat.

El otro argumento es que la voluntad de la mayoría justificaría el indulto y el jefe del Estado sería, simplemente, su intérprete y ejecutor.

De ahí, por ejemplo, que se citen continuamente las encuestas que reflejan cómo una mayoría está a favor de indultar al ex presidente Fujimori.

En este espacio lo hemos dicho ya: no todo lo que quiere la mayoría es democrático.

Lo contrario lo creen solo quienes, como el Movadef, buscan (aunque sea con poco realismo) lograr un apoyo mayoritario para hacer cosas como indultar a Guzmán.

Democrático es solo lo que reconoce nuestra fundamental igualdad como seres libres e iguales y, por tanto, lo que considera que los derechos fundamentales de cada uno son el límite sobre el que no puede pasar la mayoría.

La democracia no es el Coliseo Romano, en que el César usaba los aplausos del público para decidir si vivía o moría el gladiador.

En democracia hay cosas que están garantizadas contra cualquiera, incluyendo a la mayoría.

Y entre estas cosas, desde luego, está el derecho de la igualdad ante la ley.

No estamos diciendo con esto que creamos que las personas con enfermedades terminales deben morir en prisión.

Estamos diciendo que no se puede dejar al libre criterio de alguien, sea mayoritario o no, hacer una excepción con nombre propio de lo que manda la ley para todos.

Si lo que se quiere es impedir que las personas mueran en prisión, el legislador debe disponer que el juez pueda liberar a quienes certifiquen (sólidamente) sus enfermedades terminales.

Pero la decisión debe estar en la ley y debe ser el juez quien lo diga.

No es cuestión de puro tecnicismo.

Se trata de no poner a nadie encima de la ley, abriendo las puertas de la arbitrariedad.

Ya lo decía Paine: “En los países absolutistas el rey es la ley; en los países libres, la ley debería ser el rey”.

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INDULTO ¿Puede imponerse una reconciliación?

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