Una democracia complaciente no será permanentemente una democracia”.

  Columnistas DIARIO 16 | 15-02-2012 | Juan Sheput

Sin oposición, tarde o temprano, no habrá democracia

 
El último domingo, en la página editorial de El Comercio, se publicó un estupendo artículo de Fernando Henrique Cardoso sobre el silencio de las oposiciones.

Se unía así el intelectual y expresidente brasileño a un debate que está vigente en el mundo sobre el predominio de los mercados y el abandono de la politización de la escena pública con el consiguiente deterioro de la democracia.

Lo vemos en nuestro país.

La oposición, literalmente, no existe.

Todo marcha bien, el conformismo y la poca exigencia es una característica de nuestro tiempo.

Las victorias estadísticas del día a día son suficientes para lograr el progreso.

El PBI crece y las exportaciones también.

No importa que las cifras y el crecimiento sean insostenibles en el mediano plazo, hay que saludar la cifra de coyuntura.

Cardoso señala que nuestra sociedad se ha vuelto una disputa por mayordomías, en la cual los políticos ingresan en el terreno del toma y daca a cambio de silencios.

Pareciera que estuviera describiendo con detalle lo que sucede en el país.

Claro que ello a nadie preocupa.

Un Congreso como el que hemos tenido en los últimos 20 años es funcional a los caprichos de los poderes económicos.

No dan batalla, parecería que están al servicio de los mercantilistas que pagan avisos en los periódicos, esos mismos medios que anulan el debate de las ideas porque buscan mantener, a como dé lugar, lo establecido.

Medios de comunicación que defienden la libertad de opinión, pero si esta es minoritaria y va en contra de los grandes intereses económicos es marginada y silenciada.

El conformismo y la poca exigencia en la que vivimos esta anulando nuestras posibilidades de desarrollo.

Una sociedad en la que se discute y discute sobre las mismas ideas pierde fuerza intelectual para enfrentar nuevos desafíos.

La reflexión del gobierno ante los problemas públicos es tan extensa como los 140 caracteres que permite el Twitter, sin embargo la frase mediocre entusiasma y se celebra.

Y también alabamos al pragmatismo, etiqueta de la postmodernidad que encubre todo, hasta el oficio de veleta y –cómo no- la traición ¡Cuánta razón tenía Keynes cuando decía que los pragmáticos son esclavos de algún economista caduco!

Efectivamente, caduco porque su mente pseudoliberal ignora la importancia del progresismo que se manifiesta en la defensa de la sostenibilidad como base del bienestar –también- de las futuras generaciones.

La política conduce a los países.

Y la política se enriquece con el debate que permite la comparación y esta se da con la existencia y vigencia de una oposición.

En ese sentido termino con una reflexión del responsable de haber revivido este debate mundial sobre la importancia opositora, Tony Judt, notable historiador británico ya fallecido, que apareció como parte de un ensayo, hace cerca de dos años en la prensa europea: “Necesitamos personas que conviertan en virtud el oponerse a la opinión mayoritaria.

Una democracia que viva permanentemente en un estado de consenso complaciente no será permanentemente una democracia”.

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INDULTO ¿Puede imponerse una reconciliación?

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