El arte y la política
La columna de Bayly Peru 21 Lunes 28 de enero del 2013 | 00:42
Si de verdad eres un escritor, escribe.
No te metas en política, escribe.
La política es un vicio, una enfermedad.
Te aleja de la belleza, te aleja del arte.
La política es un oficio conspirativo, de intrigas, pactos desalmados y traiciones.
Te obliga a trabajar en equipo, a hacer
concesiones.
Te obliga a mentir.
Si no estás dispuesto a mentir no te
metas en política, no llegarás a ninguna parte.
El político necesita
llegar al poder y al poder solo se llega diciéndole a la gente las cosas
bonitas que quiere escuchar.
No se tiene éxito político siendo honesto,
se fracasa siempre, de todos modos.
Es la naturaleza misma del oficio,
tienes que ser taimado, astuto, malicioso, desconfiado.
Tienes que ser lo que los otros quieren que seas.
Tienes que ser lo que los otros quieren que seas.
Tienes que ser un camaleón.
No puedes
empecinarte en ser esto y lo otro si eso le disgusta a la gente.
El
producto eres tú, tú estás en venta, tienes que venderte, tienes que
conseguir que la mayoría te compre.
Para eso tienen que confiar en ti.
Pero ¿cómo vas a pedirles que confíen en ti si tú mismo no confías en
ti?
¿Cómo vas a pretender mandar si no sabes tomar las decisiones mínimas que atañen a tu vida, a tu cuerpo, a tu salud?
¿Cómo vas a pretender mandar si no sabes tomar las decisiones mínimas que atañen a tu vida, a tu cuerpo, a tu salud?
No lo pienses de
nuevo, olvídate de la política.
Hay un camino, que es el arte, hay otro
camino, que es la política, esos caminos parten de un punto en común, la
vanidad, pero se bifurcan y se alejan y no confluyen.
Hay artistas con
opiniones políticas, claro, pero lo que valen, si acaso, es por sus
obras artísticas o por el fracaso de esas obras, no por sus opiniones
políticas. Cualquiera puede opinar de política, no cualquiera puede
hacer arte.
Lo que es imposible es que salga arte cuando quieres hacer
política.
Si quieres hacer política, destruyes la posibilidad artística,
la corrompes, la niegas de plano.
Si quieres hacer arte, lo más
probable es que fracases, pero al menos inténtalo, muere en tu ley.
Prefiero tu fracaso como artista a tu éxito como político.
Porque tu
éxito como político es tu más clamoroso fracaso como artista.
Solo
piensas en meterte en política cuando te olvidas de que eres un
escritor.
Te aburres siendo escritor, sabes que eres un escritor
mediocre, a nadie le interesan las ficciones que escribes, a duras penas
se resignan a publicarlas.
Si tuvieras éxito como escritor, no
pensarías en la política.
Pero de tu fracaso como escritor surge esa
cuestión lateral, odiosa: ¿y si dejo de escribir mentiras y paso a
decirlas con desparpajo y aspiro al poder, a la máxima representación?
¿Y si paso de escritor a candidato presidencial?
¿No suena eso más
bonito, más exitoso: candidato presidencial, presidente electo,
presidente de la República?
¿Habrías llegado entonces a la cumbre? No,
absolutamente no.
Todo eso es mentira.
Lo que es verdadero, lo que
prevalece, lo que perdura, es el arte.
Los nombres de los que ejercen el
poder se ensucian, se olvidan.
Nunca nadie tiene absoluta razón en
política, a la larga todos están parcialmente equivocados y se corrigen y
se acomodan según cambian los vientos y el humor de la gente.
Esa es la
cuestión esencial, de fondo: cualquier artista que se mete en política
está capitulando, está firmando su rendición moral, estética,
intelectual.
Si eres artista, si aspiras a serlo, trabaja en eso,
trabaja duramente en eso, somete tu aspiración artística al trabajo
serio, al rigor, a la disciplina.
Lo primero que tienes que hacer es
educarte artísticamente.
Si quieres ser escritor, lee, aprende de los
maestros.
Si quieres ser pintor, contempla la belleza, mira los grandes
cuadros, aprende a mirar, rebaja tu vanidad, refínala, cárgala de toda
la belleza que nos han dejado.
Si quieres ser músico, vive en esa
burbuja, educa tu oído, trabaja tu arte.
Nada llega sin esfuerzo.
Ninguna obra de arte se consigue sin la pretensión de que eso sea algún
día una obra de arte.
Tienes que creerte un artista para llegar a ser
con mucha suerte un artista.
Puede que no lo seas, puede que fracases,
pero al menos inténtalo, cree tú mismo tu propio cuento, no podrás
convencer a nadie si tú no crees que eso que has hecho visceralmente y
dejando media vida es una cosa que aspira a ser arte.
Si nadie cree que
eres un artista, si nadie ve el arte que hay en ti, ¿debes por eso
rendirte y entregarte al oficio vil de la política?
Como no te aplauden
como artista, ¿vas a rogar que te aplaudan en ese papel impresentable de
escritor fracasado metido a político conspirador?
¿Te gusta conspirar?
Muy bien, conspira.
Pero conspira artísticamente: en silencio, en
soledad, reducido a tu condición más humana y verdadera.
No me vengas
con el cuento de que quieres ser presidente. ¿Presidente de qué, de
quién? Y sobre todo: ¿para qué?
¿No sabes ya, después de tanto tiempo,
que un día sin escribir es un día perdido, malogrado? ¿Entonces?
¿Estás
dispuesto tan alegremente a perder el resto de tu vida?
¿Quieres que te
den un trabajo por cinco años sabiendo que ese trabajo te impedirá hacer
el único trabajo que debes realmente hacer, que es escribir?
¿Por qué
sueñas con postularte a ese trabajo equivocado?
Si quieres pensar en
grande, si quieres soñar, entonces siéntate y escribe y basta ya de
excusas: o eres capaz de aprender de tus intentos fallidos y escribes
una buena novela, o vuelves a fracasar, y fracasas una y otra vez, y al
menos esos fracasos literarios tienen una dignidad ante ti mismo y te
salvan de la tentación malsana, ridícula, de meterte en política.
No
importan las opiniones políticas de Vargas Llosa y García Márquez, lo
que ellos nos dejan es arte puro, lo otro pasa, se lo lleva el viento,
ya no importa quién tenía razón en este punto o el otro.
No importan las
opiniones políticas de los artistas, la verdad es que importan poco y
nada, o solo les importan a los políticos, lo que a la larga cuenta es
la obra, la novela, la película, el cuadro, la canción, el poema.
Es eso
lo que traspasa el corazón de las personas de todos los tiempos, es eso
lo que mejora la existencia humana, lo que nos hace creer que nuestra
especie evoluciona.
Si estás buscando alguna forma de belleza, no
pretendas encontrarla en la política, en los partidos políticos, en el
poder, en un ministerio.
No, no, no: búscala en los libros, en los
museos, en el cine, en el aire que es la música. Tienes que elegir: o es
el camino vicioso de la política y sus espantosas ramificaciones, o es
el camino solitario e incomprendido del arte y sus consiguientes
humillaciones.
El arte está en el aire, en la mirada del otro, en lo que
el otro lee, mira, escucha.
El arte, ¿qué es el arte sino la belleza
tranquila que resiste la prueba del tiempo?
Si eres capaz de traspasar
la barrera de la política y conmover a una persona que piensa unas cosas
políticas muy distintas de las que tú piensas, si puedes llegar al
corazón de las personas sin agitar ni manipular sus convicciones
políticas, entonces quizá seas un artista, aunque eso aún está por verse
y solo se verá claramente cuando tú no puedas verlo y estés muerto y tu
trabajo sea mirado y evaluado por otros que no te conocieron.
Mientras
tanto, no se te ocurra la vulgaridad de manipular a la gente desde la
tribuna política.
No hagas eso, no de nuevo, aprende de tus errores,
deja que cada uno vote como le da la gana, tú callado y metido en lo
tuyo, en tu arte, en ese pequeño envanecimiento de artista frustrado.
El
artista fracasa no cuando es incapaz de despertar la curiosidad del
otro (siempre queda el consuelo de pensar que las próximas generaciones,
o una de tus hijas, o una de tus nietas, apreciarán lo que ahora
deploran esos que te conocen), el artista fracasa cuando deja de
escribir, de pintar, de cantar, de actuar, fracasa cuando cambia de
oficio y se entrega al sistema y se acomoda a un trabajo seguro,
discreto, sin riesgos.
No llegarás nunca a ser Bukowski si estás
contento trabajando como cartero.
Reparte las cartas y luego escribe esa
novela como si fuera el fin del mundo, como si te jugaras en ella la
vida entera.
Lo más probable es que envejezcas siendo cartero, pero, por
amor a ti mismo y a los que vendrán cuando no estemos, haz algo que
parezca bonito, atrévete a rozar el arte, deja una huella elevada.
Cien
años más tarde eso que tú llamas arte será polvo y olvido.
Pero ahora
mismo estás moralmente obligado a dejar un testimonio que vuele por
encima de las riñas políticas y si no lo haces estarás traicionando la
oportunidad única y sagrada que te ha sido dada por los poderes
superiores.
Todo será nefasto si los artistas se rinden, será el caos
puro y el fin del mundo si los artistas capitulan y se meten en
política.
Alguien tiene que salvarnos de los políticos.
¿Qué sería de
nosotros sin una película, sin una canción, sin una novela?
¿Qué sería
de la civilización humana si todos aspirasen a las glorias efímeras del
poder?
Preside el arte, preside siempre el arte, no pierdas eso de
vista.
Picasso es Picasso, Neruda es Neruda, Vargas Llosa es Vargas
Llosa, la política es irrelevante cuando el arte llega a ser arte.
Qué
idiotez enemistarse con los artistas por razones políticas, qué cosa tan
nefasta, pido perdón a los aludidos.
No me busquen en la política,
búsquenme en mi próximo libro, todo lo demás no existe, es irrelevante.
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