Muera Mariátegui
Domingo 03 de febrero del 2013 | 00:10 http://peru21.pe/impresa/muera-mariategui-2115499
Por razones que lucen muy misteriosas, el periodista más aborrecido y también el más poderoso de la prensa escrita según la última Encuesta del Poder en el Perú de Ipsos-Apoyo, Aldo Mariátegui Bosse, fue intempestivamente despedido esta semana de la dirección del diario “Correo” y de la vicepresidencia periodística del grupo Epensa que publica “Ojo”, “Ajá”, entre otros.
No hubo cartas abiertas de respaldo ni comunicados de IPYS al respecto.
Tampoco marchas de solidaridad ni cadenas de oración.
Todo lo contrario: júbilo unánime –pero silencioso– entre los innumerables enemigos que Aldo ha sabido coleccionar a punta de centenares de tremebundas portadas, rabiosas columnas y malévolas “chiquitas” que, para muchos, tuvieron el pavoroso efecto de un arma de destrucción masiva.
Lo echaron nomás y nadie dijo esta boca es mía. ¿Y por qué nadie protesta, ah? Porque no es de los nuestros.
Parece que la libertad de expresión se volvió exclusiva para socios.
Beto Ortiz,Pandemonio
bortiz@peru21.com
bortiz@peru21.com
“No estoy en absoluto de acuerdo con tus ideas, pero daría mi vida por tu derecho a defenderlas”
–dicen que dijo Voltaire y yo le creo.
Estoy en desacuerdo con Aldo
Mariátegui en, prácticamente, todo.
Si él opina blanco, yo opino negro.
Si él dice potéito yo digo potato.
Me aburre, por manoseada, la palabrita caviar.
No creo que Cipriani sea necesariamente un santo varón ni que Javier
Diez Canseco sea un miserable, no hago mofa de la ortografía de Hilaria
Supa, sí me gustó La Teta Asustada y no aliento el uso del napalm
como alternativa ante a los conflictos sociales.
Fui uno de los
primeros en avinagrarse cuando, en los pasillos de Frecuencia Latina, se
comenzó a hablar de la remota posibilidad de que la auténtica bête noire
del liberalismo o derecha nacional viniera a conducir un programa en
vivo que –según suponíamos algunos- sería algo así como la gran muralla
de concreto armado que detendría el avance inexorable del ex anticristo
Ollanta Humala.
Sin conocerlo más que por lo que escribía, tuve siempre
la impresión de que el eterno polarizador Mariátegui era la encarnación
de Pepe Cortisona, un verdadero saco de plomo.
Y, cuando a inicios del
2009, su tan comentada contratación en el canal se hizo realidad,
comencé a temer que se avecinaban tiempos tempestuosos.
No me equivoqué:
bastó que Aldo y yo estuviéramos frente a frente por primera vez para
que, sin siquiera haber sido presentados, en pleno comité de prensa y
frente a todos los directores, alzara su vozarrón para sacarme al fresco
por algo faltoso que yo había dicho alguna vez –en pantallas- sobre él.
La pechada en cuestión versó, más o menos, así: “Mira, Ortiz, si tú tienes algún problema conmigo me lo dices en mi cara, salimos afuera y lo arreglamos ahorita mismo.”
La serena mediación de los presentes evitó lo que hubiera sido un
inútil derramamiento de sangre. Mía, por supuesto.
Pero, pasado el mal
rato, la reunión continuó sin sobresaltos.
Acostumbrado como estaba yo
al colegaje reptil que te pela las muelas y luego al primer chance
desenvaina la fulera, quedé gratamente sorprendido de que alguien, por
fin, tuviera el coraje de decir, de frente, lo que pensaba.
Él no lo
sabe pero comencé a respetarlo a partir de aquel ruidoso desplante
bravucón.
En los tres años que siguieron hemos compartido un solo café
–de la paz- durante el cual reveló sus obvias dotes de conversador
ilustrado, nos hemos sentado casualmente juntos en un auto, regresando
de un aburrido almuerzo con alguno de los primeros ministros de este
régimen (ver fotito) y hemos intercambiado tres (3) correos electrónicos
con información científica sobre los avances contra el Alzheimer.
A eso
se reduce toda nuestra inexistente amistad.
A eso y a mis numerosos
intentos, siempre infructuosos, por invitarlo a mi set porque creo que
sería un magnífico entrevistado.
A estas alturas y sin necesidad de que
me lo diga, me queda meridianamente claro que Mariátegui me mastica pero
no me traga. Mejor así.
El único vínculo genuino que puede existir
entre dos periodistas es la sospecha.
Esta semana, la quirúrgica frialdad de que
hizo gala la redacción de la noticia que informaba de su despido pareció
digna de la sección necrológica: Mediante una circular firmada por
el presidente ejecutivo del Grupo Epensa, Luis Agois Banchero, se
informa que Aldo Mariátegui dejará de prestar servicios en esta casa
editora a partir del 30 de enero del 2013.
El Grupo Epensa agradece a
Aldo Mariátegui por sus más de siete años de permanencia en esta
institución (sic). Y listo.
Fin del responso.
Acabáramos.
Solo
faltó ese sarcástico párrafo en que las empresas que despiden le desean
siempre “los mayores éxitos en su futuro profesional” a sus despedidos.
Pero hay un datito que faltó consignar: ¿Por qué lo botaron,ah?, ¿de
parte de quién? Las hipótesis abundan.
El congresista Mauricio Mulder ha
escrito ayer en este diario, que es demasiada coincidencia que tantos
periodistas hayamos sido despedidos en el pasado justo cuando osamos
decir algo que desencadena las iras del ex presidente Alejandro Toledo.
Me encantaría estar de acuerdo pero dudo que por allí vengan los tiros
en este caso particular.
Me parece que las últimas portadas de “Correo”
que, hasta ayer, mostraban panameñas revelaciones sobre la mansión
Fernenbug, hacen rodar por tierra esa posibilidad.
Si Mariátegui hubiera
sido sacado a causa de alguna presión –o negociación- para que se
parase la mano con el temita Toledo, el diario no continuaría
publicando, como lo hace, el resultado de sus investigaciones sobre el
envidiable upgrade inmobiliario del Cholo a toda tapa.
Carezco
de elementos suficientes para decir, con nombre y apellido, quién es el
autor del extrañísimo derribo del exitoso Mariátegui pero sí quisiera
llamar la atención sobre dos aspectos muy puntuales:
1) Su salida no es
sino una expresión más de los extremos de fanatismo a los que está
llegando esta Yihad entre izquierdas y derechas nacionales
enfrentadas a muerte en torno a la cédula de revocatoria municipal.
Las
izquierdas viven enamoradas de la libertad mientras son clandestinas,
rebeldes y combativas pero apenas llegan al poder, automáticamente se
desenamoran y las detestan. Pregúntenle, si no, a Castro, a Chávez, a
Cristina K.
Pregúntenle a mi amiga Mocha García Naranjo, que aplaude
desde su twitter cada nuevo ataque del presidente ecuatoriano Rafael
Correa contra los periodistas de su país. No nos olvidemos que ese
enemigo jurado de la libertad de prensa fue recibido con alfombra roja
cuando vino en 2011, como invitado de honor, a esa gran fiesta de las
ideas que es la Feria del Libro de Lima.
Allí, el totalitario Correa se
despachó en agravios contra la prensa, flanqueado por los muy
complacidos y sonrientes funcionarios del gobierno, Humberto Campodónico
y Alberto Adrianzén, demócratas preclaros e incuestionables.
2) ¿A
quiénes estaba perjudicando realmente el creciente e indisimulable
entusiasmo de “Correo” por terminar de tumbarse a la magulladísima
alcaldesa Villarán? ¿A Fuerza Social y su futuro político o a las
millonarias inversiones de las transnacionales que ya obtuvieron la
buena pro de los mega proyectos municipales.?
Mmm… tengo la impresión de
que Aldo se puso demasiado monotemático y no se lo perdonaron.
Tengo la
sensación de que se lo dijeron cantando: Você abusou. Tirou partido de mim. Abusou.
¿Presión o negociación? ¿Pressão o o negociação?
Esa es la questiao.
Mientras tanto, canten conmigo: Você abusou. Tirou partido de mim. Abusou.
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