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Caminar derecho
Sabado, 02 de febrero de 2013 | 4:30 am Columnista Raúl Tola El diario negro
La revelación hecha por el diario “El País” de España de las
cuentas secretas de Luis Bárcenas, tesorero y gerente del Partido
Popular, y pieza clave de un millonario escándalo de corrupción que
alcanza las esferas más encumbradas del gobierno, y hasta al propio
Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, es un ejemplo de la clase de
periodismo inquisidor y exhaustivo que una democracia moderna necesita
para primero poner al descubierto sus peores podredumbres, y luego
erradicarlas e higienizarse.
Los documentos contables publicados esta semana −de puño y letra de
Bárcenas− han desnudado una estructura de financiaciones irregular,
cuyos ingresos no guardan relación con los fondos recibidos dentro del
sistema de subvenciones públicas de los partidos políticos vigente en
España.
Bárcenas recibía donaciones de compañías y empresarios privados
que transfería luego a distintos destinatarios −cabecillas del PP como
Rajoy o José María Aznar, o proveedores muy específicos como estudios de
abogados y encuestadoras−, reservando solo una diferencia para
declararla como donativo.
Por si fuera poco, el 70% de los donativos
registrados en los asientos del tesorero vulneran la ley, que hasta el
2007 prohibía a una misma persona aportar más de €60 mil por año, o
hacerlo si la empresa prestaba servicios a la administración pública.
Según los documentos analizados por “El País”, entre 1999 y 2007 por
ejemplo, este mecanismo permitió sumar donaciones por €33 millones, de
los que solo un parte fue declarada.
La trama fue tan compleja y millonaria que Bárcenas llegó a amasar
una fortuna de hasta €22 millones que mantuvo oculta en bancos suizos.
Finalmente la regularizó, amparándose en una amnistía decretada en marzo
pasado por el gobierno de su partido, pagando una ínfima fracción de
los impuestos que le hubieran correspondido si actuaba desde el inicio
de acuerdo a ley.
Acusaciones de semejante calibre han arrinconado al PP y a Mariano
Rajoy, que por el momento intentan defenderse argumentando que todo esto
no es más que una patraña, parte de una conspiración para devastar a
una de las dos fuerzas políticas más poderosas de España.
Una reacción
similar a la que siguió al destape del caso Gürtel en 2009, donde
quedaba al descubierto un tramado de sobornos, enjuagues y licitaciones
amañadas al interior del Partido Popular, punta de la madeja de la que
se han terminado desprendiendo las escandalosas cuentas de Luis
Bárcenas.
En su durísimo editorial del viernes, “El País” dijo con acierto:
“Si la dirección de este partido no hubiera reaccionado entonces como lo
hace ahora —“un montaje”, una “trama contra el PP”, dijo en 2009—,
pretendiendo dar por cerrado el caso antes de investigarlo, los
españoles no estarían hoy frente a una grave pérdida de credibilidad del
partido gobernante cuando la recesión, los problemas sociales y la
corrupción agobian a los ciudadanos”.
Todo esto hace pensar que, si un
mínimo de decencia y sentido común todavía alumbra a Rajoy, la única
salida posible a esta crisis que enfanga a una España sumida en la
crisis económica, y ahora moral, sea la más drástica y simbólica: la
renuncia.
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