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Cría cuervos...
Nuestro columnista comenta el horrible caso del asesinato de empresaria por parte de su hijo adoptivo.
Este Búho recuerda la película de los hermanos Cohen, ‘Sin lugar para los débiles’ (2007).
En la cinta, el sheriff de un pueblito de Texas comprueba desolado el grado de violencia que reina en su localidad.
Mientras bandas de narcos se acribillan, un asesino a sueldo, Anton Chigurh (notable Javier Bardem) desata una carnicería asesinando a inocentes con una pistola de aire comprimido para matar vacas.
El sheriff Ed Tom Bell (Tommy Lee Jones)habla en off.
No comprende cómo han cambiado los tiempos.
‘Mi abuelo y mi padre fueron sheriffs, ni siquiera necesitaron usar pistola’, rememora.
No comprende de qué están hechos algunos seres humanos en estos tiempos.
Lo mismo piensa este columnista.
Un muchacho de familia acomodada de La Molina, hijo único y estudiante de una exclusiva universidad privada, estrangula a su madre adoptiva, que lo había criado desde niño (la llamaba mamá), porque había descubierto que le robaba plata y se llevaba joyas y objetos de la casa.
En compañía de su enamorada, una vecina y estudiante universitaria de 18 años, se llevan el cuerpo de la desafortunada mujer y le prenden fuego con petróleo.
Los muchachos resultaron discípulos del sanguinario ‘Grupo Colina’ que asesinaba a sospechosos de terrorismo y los calcinaba prendiéndoles fuego con ese combustible.
Nadie merece morir como murió la señora María Castillo Gonzales de Arenas.
Me pregunto, ¿cuál fue su delito? ¿Ser una persona trabajadora y hacer dinero honradamente en sus panaderías? ¿Adoptar, mantener, dar educación de primer nivel escolar y universitario al hijo de su esposo? ¿O, sencillamente, tener plata?
No logro comprenderlo. Porque no es un caso aislado.
Otra hija única, Elita Espino, planeó el asesinato de la empresaria Elizabeth Vásquez Marín, también con su novio y un amigo de este.
La mataron cruelmente a golpes y abandonaron como un paquete en la maletera de su auto en Barranco.
El móvil también fue la plata.
Giuliana Llamoja despreciaba a su madre, una empleada civil del Ejército, y le decía que no estaba a la altura de su padre, que era juez.
Una noche en que su madre la reprendió porque salió de casa sin permiso, la mató a cuchilladas.
Más de 60 cortes presentó la desafortunada mujer.
Uno se pregunta: ¿Tan podrida está la sociedad para que hoy los hijos maten a sus padres que les dieron todo por la maldita plata? O, tal vez, allí está el problema: en darles todo.
Este Búho adora a su viejita, que es una mujer sacrificada por sus hijos.
A mí de niño me mandaba con mi bolsa al mercado y aprendí hasta comprar pescado.
Tomaba ‘El ermitaño’ y llevaba el almuerzo a mi viejo que trabajaba de empleado en una fábrica textil en la avenida Brasil.
Muchos adolescentes de hoy paran tirados en el sofá o la cama chateando como robots.
Solo se levantan para comer y ni recogen su plato.
No estudian y solo saben pedir dinero para recargar sus aparatos telefónicos o ir a tonos donde se baila perreo y terminan en bronca.
Hay padres que les tienen miedo.
Así de chantajista era Elita Espino, o este Marco Arenas Castillo, que se molestó ¡porque sus padres lo reprendieron ya que les robaba plata y joyas!
Definitivamente, ni los hijos ni los papás son los mismos que hace veinte años.
Nuestros padres fueron más estrictos, pero nos enseñaron a luchar para lograr nuestros objetivos, tener una carrera, una familia, una casa y comodidades para educar a nuestros hijos.
Nos demoramos décadas, porque no heredamos nada material, solo buenos valores y educación.
Algunos jóvenes de ahora quieren tomar literalmente al asalto todo, sin que les cueste ningún esfuerzo ni sacrificio, trasgrediendo normas básicas de respeto y convivencia, y algunos psicópatas cometen el más grande de los pecados: matar a la madre.
Me quedé corto. Mañana continúo.
Apago el televisor.
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