"Al día siguiente de La Haya"

http://diario16.pe/columnista/31/daniel-parodi/3099/si-fallo-fuese-diferente  Lima 21 de enero de 2014

SI EL FALLO FUESE DIFERENTE...


Es verdad que en el Perú estamos moderadamente optimistas frente al venidero fallo de la CIJ de La Haya, quizá la expectativa se justifique, lo que no quita que debemos realizar el ejercicio de colocarnos en la posición contraria para no llevarnos una gran desilusión si la corte no nos favoreciese, en la medida que muchos están esperando.

Un fallo diferente, entonces, sería uno que reconociese el paralelo geográfico como frontera marítima entre el Perú y Chile desde la costa hasta las 200 millas, o hasta un número de millas que aquí pudiésemos considerar excesivo, 50 millas, 100 millas, 150 millas u otra cifra.

Pero un fallo diferente también podría ser uno que no reconozca el Punto Concordia como inicio de la frontera marítima. 

Nótese, a este respecto, que Chile, en sus alegatos, insistió mucho en disociar ambos puntos, por lo que debemos estar atentos a lo que la Corte decida en ese sentido. 

Debe quedar claro, eso sí, que este caso es exclusivamente de delimitación marítima y, cualquiera sea el resultado sobre este tema, el Punto Concordia es y seguirá siendo el inicio del límite terrestre conforme al Tratado de 1929.

¿Pero entonces qué pasa? ¿Perdimos en La Haya si no obtenemos todo lo que buscamos? ¿Perdimos en La Haya si parte del paralelo se lo dan a Chile o si el punto de inicio de la frontera marítima no es el que nosotros exigimos? Creo que aquí hay que darle una mirada diferente a las cosas.

En primer lugar, en cualquiera de los dos casos que menciono, el Perú pasará a administrar miles de kilómetros cuadrados de mar que hoy no administra, por lo que debemos pensar las cosas en función de ello. 

Al día siguiente de La Haya, lo que debemos contar es cuántos kilómetros cuadrados pasarán a ser definitivamente peruanos, que serán muchos, mucho más que lamentarnos por aquello que la corte no nos otorgue.

En segundo lugar, no podemos dejar de valorar lo realmente central de este proceso: en La Haya ya ganamos. 

En La Haya ya ganamos porque el proceso ha significado mantener una política de Estado en el tiempo, la que se ha mantenido en tres gobiernos, el de Alejandro Toledo, el de Alan García y el de Ollanta Humala. 

Creo que la elevación de nuestra autoestima nacional debe potenciarse también en torno a este hecho y no solo en función del resultado.

En tercer lugar, y relacionado con el anterior, debemos creer en la justicia de La Haya, pues La Haya no es solo la instancia jurisdiccional más importante del planeta, sino también la más prestigiosa. Nosotros acudimos a ella en busca de justicia, pues entonces su fallo nos dará esa justicia que buscamos y, como tal, debemos aceptarla.

En cuarto lugar, y relacionado a lo anterior, soy el convencido de que el Perú ha realizado en la CIJ la mejor defensa posible, con los mejores juristas del mundo, de cuya calidad pudimos disfrutar en la fase oral del proceso. 

Muy fácil será, ante una sentencia que eventualmente no cope nuestras expectativas, hacer de predictores del pasado y decir debió hacerse esto o aquello, pero lo cierto es que, quien lo diga, no será más conocedor que quienes nos defendieron en Holanda. 

En La Haya hemos sostenido el mejor argumento posible, confiemos en ello.

En quinto lugar, no olvidemos que la otra ganancia o victoria implícita del proceso en La Haya es definir nuestro último límite con Chile, lo que debiera traernos el regalo de la integración entre dos pueblos que se desarrollarán mucho más juntos que separado.

Es por eso que quiero aprovechar la parte final de este artículo para llamar la atención a los gobiernos de ambos países sobre la necesidad de acatar y ejecutar el fallo tan pronto como sea posible. 

Abrir debates nacionales y, lo que es peor, congresales –estoy pensando en la posición asumida por Bachelet, que me preocupa– sobre un fallo que tiene que acatarse de inmediato no es la manera indicada de promover un futuro de unidad a las nuevas generaciones.

La responsabilidad de quienes tienen el mando es acatar el fallo y ejecutarlo sin dilación –más allá de breves coordinaciones técnicas–, pues lo contrario es el regreso de la tensión y la persistencia de la desconfianza. 

Por nuestra parte, los peruanos debemos sentirnos, desde ya, orgullosos por la misión cumplida como nación, la que debe dejarnos la enseñanza de que solo con políticas de Estado mantenidas en el tiempo avanzaremos hacia el desarrollo socio-económico del país.

Fuente: Diario 16  Columnista
Daniel Parodi
Historiador


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