"Perú y Chile: 2024" integrados...

http://diario.latercera.com/2014/01/25/01/contenido/reportajes/25-156463-9-peru-y-chile-2024.shtml

En algún momento, entendí, como han entendido muchos compatriotas míos pero no todos, que la mejor forma de que cicatrice la herida del pasado es convertirla en futuro. 

Por eso me emociona ver en qué se han convertido desde el fallo, ya bastante lejano, de La Haya las relaciones entre ambos países.
                                                                                                                      Alvaro Vargas Llosa.



AYER, 1 de diciembre de 2024, hice, después de algunos años, un recorrido por Tacna y Arica, incluyendo un viaje en ferrocarril cuyo único inconveniente fue lo corto que resultó ese considerable disfrute. 

Estoy asombrado con lo que he visto.

Por lo pronto, el ferrocarril ha dado un vuelco. 

Estaba paralizado hace una década porque la vía férrea no era reparada desde 1964 y Enapu no parecía interesada en que ese histórico servicio, que vio la luz en 1865, vinculara sin interrupciones a Tacna con Arica. 

En lugar de los trámites engorrosos que había que hacer en Santa Rosa (Tacna) y Chacalluta (Arica), ahora en el tren todo ocurre casi sin estorbo.

Desde que en la zona franca de Tacna se levantaron las restricciones al capital forastero, hay un boom de inversiones con capitales chilenos y de otros lados. 

En lugar de las 15 empresas que (des)aprovechaban ese espacio privilegiado antes, hoy se cuentan por varias decenas y el movimiento es vertiginoso. 

En el muelle de Arica, que era un monumento a la desidia, bulle la vida, lo que explica por qué El Chinchorro, que no era nada, hoy es un centro logístico ultramoderno que integra a Tacna y Arica dentro de una red de servicios que va del muelle a la zona franca. 

El almacén, que solía estar vacío, no da abasto para tanto producto: han surgido varios más.

Los cinco millones de chilenos que ingresaban a Tacna hace una década se han transformado en ocho millones, gracias a lo cual la industria de servicios médicos, la hotelera y la gastronómica han experimentado una revolución y hasta ha surgido una cultural.

Para no hablar del ímpetu que esto ha dado al comercio con Bolivia y con Argentina, cuyo despegue a partir de 2015, cuando quedó atrás la pesadilla kirchnerista, es notable. 

A su vez, la prosperidad tacneña ha atraído a migrantes de todo el Perú hacia esa región. 

Mientras que hace 10 años los únicos peruanos que migraban a Tacna parecían ser los puneños, viejos enamorados del comercio, hoy los hay provenientes de todas partes. 

Algunos interactúan con Arica y otras partes de Chile, y otros simplemente participan de la economía local, que ha aprovechado en estos años gracias a capitales foráneos, incluyendo los chilenos, su tremenda riqueza minera, especialmente de cobre y molibdeno, y su potencial agroindustrial (el énfasis de esto último ha estado en el olivo, que en años recientes ha florecido: en 2014 sólo el 10 por ciento de la producción se destinaba al aceite de olivo y hoy, más del 35 por ciento).

La población tacneña, que rondaba apenas los 300 mil habitantes, se ha más que duplicado y en pocos años se calcula que se habrá triplicado.

Quizá lo más notable es que Chile y Perú dieron hace poco el paso innombrable: el año pasado fue inaugurada la planta de licuefacción del lado peruano de la frontera que se pudo construir en tres años y medio a un costo de cuatro mil millones de dólares gracias a un consorcio de varias nacionalidades que incluye a capitales peruanos y chilenos. 

Esta planta exporta desde este año gas licuado a Chile, que está pagando un muy buen precio gracias a sus apremiantes necesidades y a que en el mercado mundial la transformación operada por el “shale gas” ha disparado la demanda por ese producto de parte de industrias que antes utilizaban alternativas como el carbón.

Resulta que al gobierno peruano se le encendió el foco de luz hace pocos años: se dio cuenta de que la única forma de materializar el gasoducto del sur que varias presidencias anteriores habían tratado de hacer viable sin éxito era dotarlo de sentido económico. 

Así como la planta de Pampa Melchorita había podido rentabilizar la construcción y operación del primer gasoducto, la planta destinada a exportar gas a Chile podía hacer lo mismo con el ansiado gasoducto del sur. 

Gracias a esta reflexión, Chile y Perú han firmado acuerdos por muchos años: los chilenos, originalmente reacios a depender de un abastecimiento de origen peruano que podría jugarles una mala pasada como se las había jugado años antes el compromiso argentino de exportarles gas natural, han perdido el temor a comprarle gas licuado al vecino del norte. 

Atrás quedó la ansiedad chilena por la escasez energética. 

El Perú sólo ha consumido en los últimos 10 años el seis por ciento de sus reservas probadas y el dos por ciento de las potenciales, de modo que nada permite presagiar problemas en el mediano plazo.

Está en marcha, además, desde hace tres años, la integración de las redes eléctricas, el famoso sistema de interconexión andino que durante años fue palabra hueca y ahora va haciéndose realidad. 

La red, que también abarca a Ecuador, Colombia y Bolivia, ha hecho por la zona andina lo que no pudieron hacer en décadas el Pacto Andino y la Comunidad Andina de Naciones. 

Otro gran alivio para Chile y negocio para el Perú.

Las economías chilena y peruana vieron en esta década una disminución del galope que habían experimentado antes, pero han logrado tasas decorosas. 

Ayer se publicó la cifra oficial del PIB chileno: 481 mil millones de dólares. 

Si tomamos en cuenta la paridad del poder de compra y el tamaño de la población (ahora 18,7 millones de habitantes), la renta por habitante ya supera los 27 mil dólares. 

Desde hace tres años que Chile cruzó el umbral del desarrollo, convirtiéndose en el primer país latinoamericano en hacerlo. 

Pero no menos notable es lo que ha pasado en el Perú. 

El PIB, también publicado ayer oficialmente, registra 352 mil millones de dólares y la población bordea los 34 millones. 

El per cápita en poder de paridad de compra se acerca a 17 mil, algo que en mi juventud era inimaginable.

Da risa pensar en que hace una década se tenía que hacer un poco de ingeniería con las cifras para poder demostrar que las inversiones peruanas en Chile se acercaban a las chilenas. 

Se decía que los capitales chilenos habían invertido un total de 13 mil millones de dólares en el Perú y los peruanos, unos 10 mil millones en Chile. 

En realidad, se comparaban cosas distintas. 

Si tomamos en cuenta la metodología del Fondo Monetario Internacional, la inversión extranjera directa ascendía a 13 mil millones en el caso de los capitales chilenos pero era muy inferior en el de los capitales peruanos, por la sencilla razón de que la metodología peruana incluía lo que se conoce como “portfolio investments” o inversiones de cartera. 

Aun así, se celebraba con razón el que Graña y Montero hubiera adquirido 74 por ciento de Vial y Vives o que el grupo Bescia hubiese comprado Cementos Melón unos años antes, o que el Grupo Romero hubiera comprado por 62 millones de dólares Salmofood y una subsidiaria significativa. 

Pero todo eso ahora se ve pequeño: Perú ya utiliza la misma metodología que Chile y se acaban de anunciar las cifras de inversión extranjera directa: ya hay 15 mil millones de dólares en capitales peruanos invertidos en Chile; Chile tiene invertidos unos 22 mil millones en el Perú. 

Si en ambos casos incluimos las inversiones de cartera y minoritarias, estamos hablando de varias decenas de miles de millones en ambos casos.

La potencia pesquera de ambos países ha ido en aumento y los acuerdos que se hicieron un año después del fallo de La Haya se han mantenido, de tal forma que los permisos cruzados en ciertas áreas han beneficiado a ambos países. 

Las exportaciones peruanas de harina de pescado han seguido aumentando exponencialmente en Alemania y han crecido en China y Japón, sus principales mercados: las exportaciones pesqueras totales se han más que duplicado y superan los ocho mil millones de dólares. 

A su vez, Chile ha duplicado sus exportaciones pesqueras y acuícolas, que hoy superan los 10 mil millones de dólares.

El intercambio comercial era hace una década una de las áreas donde se veía más potencial no realizado: el intercambio total de 2013 había sumado no más de 4.300 millones de dólares. 

Hoy, esa cifra también da cierta melancolía: la actual es de 14 mil millones y con tendencia impaciente a crecer. 

Se comercia con furia.

Las reuniones integradas de gabinetes ministeriales se han convertido en un asunto casi de rutina, de tal forma que la prensa ya ni les da mayor importancia. 

Sin embargo, algo que con seguridad sí llamará la atención de los medios es el anuncio que se espera en los próximos meses respecto de la reducción de armamento, acuerdo que se está negociando no sólo bilateralmente sino de forma conjunta con el resto de América del Sur. 

No está claro aún el alcance exacto de estos acuerdos, pero el principio ha sido aceptado por todas las partes, incluyendo Chile, que cree haber encontrado el punto exacto en el que sus necesidades defensivas son compatibles con una disminución de la “actualización” que hasta hace pocos años era percibida por sus vecinos como agresiva y que Santiago veía indispensable para un hipotético escenario de guerra contra tres vecinos simultáneos.

La rivalidad parece haber quedado confinada en áreas muy puntuales, como el fútbol, donde hace una década Chile llevaba una cierta ventaja, pues había ganado al Perú el doble de partidos de los que el Perú le había ganado a Chile. 

Las cosas se han ido emparejando más desde que, acicateado por el octavo puesto que obtuvo Chile en el Mundial de Brasil en 2014, Perú dio un vuelco a la miserable gestión de la Federación Peruana de Fútbol, transformó sus clubes en sociedades anónimas y, gracias a la creciente prosperidad, pudo incorporar a su deporte a figuras internacionales de peso.

Mientras veía todo esto ayer, pensaba en mi bisabuela Carmen. 

Todo peruano tiene, en la infancia, su primer encontronazo con el trauma de la guerra. 

A mí me llegó por la vía de la bisabuela, a quien siendo yo un niño visitaba todas las semanas en su casita de la Avenida Reducto. 

Ella había vivido en la Tacna ocupada por los chilenos; me hablaba, sin rencor pero con tristeza, de lo que había sido esa dura experiencia. 

La avenida donde vivía debía su nombre, además, a los reductos que usó el Perú en la batalla de Miraflores para tratar de detener a las tropas chilenas, una vez que, habiendo ganado las batallas de San Juan y de Chorrillos, prosiguieron con la campaña de Lima. 

Me crié, para colmo, en Barranco, un distrito que fue incendiado por las tropas invasoras junto con la contigua Chorrillos. 

Por si fuera poco, mi profesor de geografía -o de historia, ya no lo recuerdo- en el colegio rehusaba pronunciar la palabra Chile en clase.

En algún momento, entendí, como han entendido muchos compatriotas míos pero no todos, que la mejor forma de que cicatrice la herida del pasado es convertirla en futuro. 

Por eso me emociona ver en qué se han convertido desde el fallo, ya bastante lejano, de La Haya las relaciones entre ambos países.

En su famoso discurso sobre la crisis moral de la república en el Ateneo cuando el siglo XX daba sus primeros vagidos, el dirigente chileno Enrique Mac Iver dijo: “Yo no admiro y amo el pasado de mi país, a pesar de sus errores y faltas, por sus glorias en la guerra, sino por sus virtudes en la paz”. 

Qué actuales, a la luz de esta deslumbrante década bilateral, suenan esas palabras.

Fuente: Diario La Tercera de Chile.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que visionario es Ud.ojala algun dia los peruanos lo podamos entender, cuando fui a Arica. Chile me recibio personificada en mi sobrina de 4 años. Imagonese yo cusqueño y encima estudie en el colegio militar Franciso Bolognesi me cambio el esquema mental que tenia entonces en el morro de Arica junto con mi sobrina chilena y todos mis familiares peruanos sonriendo para la camara en un mensaje para la posteridad. No se que significara pero de seguro que ahora se que en vez de lo que me enseñar a odiar a Chile ahora es parte de mi familia y esta ahi en Arica que hacemos los peruanos les pregunto vivimos en el pasado o miramos al fututo, yo por mi parte solo veo el futuro.

INDULTO ¿Puede imponerse una reconciliación?

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